Los fantasmas del Venecia Park
|Si existieran los fantasmas, estoy segura que los de ellos estarían allí, mirando los trenes pasar, tal y como aparecen en esa foto de los años 20. Ni siquiera en colores, no; serían fantasmas de color sepia, grano y ruido, en una tarde apacible, con el distorsionado sonido del gramófono de fondo. Así: ella delante, como siempre, la valentía hecha mujer, con amplia camisa blanca, falda oscura, mandil hasta los pies, el pelo siempre en un moño apretado y las manos fuertes, de trabajadora. Él con los cinco hijos, en un segundo plano, como esperando las órdenes de ella. Y tras ellos, espectacular, el fantasma del Venecia, porque hasta los edificios -aquellos en cuyo interior ha habido un desfile rabioso de vida- tienen espíritu. Puede que lleguéis a verlos algún día, con un poco de esfuerzo y de imaginación. Sólo hace falta conocer su historia.
Nemesia Muñiz González nació en 1874 y se enamoró de un hombre veinte años mayor que ella. Él, Gumersindo Junquera Rodríguez, le dio cinco hijos y fue testigo de cómo se levantaba el pequeño imperio de la Nemesia: allá por los años diez, cuando ella quedó algo más libre del cuidado de los nenos, la gijonesa decidió que su pequeña tabernilla daría un salto más allá y construyó, con esfuerzo e imaginación, el Petit Hotel Venecia. Eran tiempos de la belle èpoque; los nombres en francés se estilaban, y el merendero recordaba un poco a aquella ciudad italiana, porque al lado pasaba el río Aboño con sus barquitas y barqueros que, si querían refrescar un poco el gaznate, tan sólo tenían que amarrar en el embarcadero y pedirle un culín de sidra a la Nemesia. De cualquier modo, para los lugareños aquel mágico lugar siguió siendo durante muchos años, simplemente, casa Nemesia, uno de los mejores sitios para comer tortilla de todo Gijón.
Por aquel entonces, Veriña estaba lejos de ser la jaula de asfalto, naves industriales de otra época y carreteras que es ahora. Se erguía gloriosa la efímera azucarera de Veriña y las vías de FEVE abastecían aquella única industria dentro de un paraje que aún era verde y rural. Aún se recordaba la catástrofe de 1905, cuando un tren había descarrilado en la misma estación y el accidente había ocasionado un muerto y cinco ilustres heridos. En Veriña no solía pasar mucho más; pero el Petit Hotel Venecia iba a hacer que los gijoneses salieran al extrarradio. En pocos años el merendero recibió tantas visitas que Nemesia, ni corta ni perezosa, se plantó en el Ayuntamiento para pedir un servicio de autobuses y una parada de tren frente a su establecimiento. Y lo consiguió. Durante muchos años el Ferrocarril del Norte paró a los pies del Venecia, con tres horas de ida y tres de vuelta: a las dos, a las cuatro y media y a las siete iba, y a las ocho, nueve y media y diez volvía. Pero las fiestas se prolongaban mucho más allá de aquel pacato horario.
La primera referencia al Venecia la encontramos en 1918, cuando albergó el baile de las fiestas de San Martín de Veriña. La iglesia estrenaba campanas aquel años y el Venecia obsequió a sus asistentes con música de organillo y gaiteros, con farolillos a la veneciana al caer la noche y un impresionante espectáculo de fuegos artificiales acuáticos sobre las aguas del Aboño. Con el tiempo, el Venecia se convertiría en uno de los sitios de folixa de referencia en Gijón, donde se celebraban bailes, bodas y bautizos, reuniones familiares, cenas y diversión nocturna con arrime de hombres y mujeres. Cuentan que Machaquito, el torero, se volvía loco cada vez que venía a Gijón por ir a comer la fabada de Nemesia, y que muchas parejas gijonesas se fraguaron al calor del organillo, la sidra y el correr del río en la noche.
Pero no había nacido sólo el Venecia para ser cosa festiva. El hijo mayor de la Nemesia y Gumersindo, Olegario, del que más hemos podido indagar, coqueteaba con la política y formaba parte del Subcomité del Partido Reformista de Veriña. Así, las reuniones de la Junta Directiva comenzaron a celebrarse allí; una de ellas, la del 23 de marzo de 1919,se celebró en la terraza del merendero. Unos meses después, en septiembre, se celebró en el merendero una fiesta íntima con el líder reformista, el mismísimo Melquiades Alvarez.
El Venecia tenía representación en las Ferias de Muestras y era conocido en todo Gijón como uno de los mejores sitios para celebrar fiestas de no guardar. Famosísimas fueron las fiestas de Comadres organizadas por Nemesia en los años 20. En 1960, en una entrevista para Voluntad, una cigarrera jubilada recordaba aquellas fiestas de juventud:
La armábamos en Casa Nemesia, en el Cañaveral, en la Pondala, en las Delicias, en Bellavista, que entonces era casa Fredes, en Tetuán donde bailábamos al son de un organillo… ¡y qué pieces! (…) Todo era alegría a base de bailoteo y tortilla de longaniza, que era lo clásico, con vino tinto y capilés. Eso para en cenando, porque el comadreo se prolongaba hasta las tantas y las más.
El 22 de enero de 1929 Gumersindo Junquera, el marido de la Nemesia, murió, anciano ya, dejándola sola con cinco hijos y una nuera. Fue Olegario quien les había dado nuera unos años atrás, en julio de 1923, con la correspondiente fiesta hasta el amanecer en el que ya comenzaba a conocerse como Venecia Park. Y también sería el que les diera los mayores disgustos. Parece ser que en octubre de 1934 cogió un fusil -o eso dicen los periódicos- y, junto con decenas de revolucionarios, saqueó la estación de Veriña, Aboño y Serín, incautó el coche de un millonetis, desarmó a un par de carabineros y al mismísimo guarda de seguridad de la Azucarera de Veriña y, como remate, constituyó un Comité Revolucionario.
El hijo de la Nemesia pagó cárcel por ello en 1935 y en agosto de 1937 se le acabó la vida en combate, dentro de aquel sinsentido que vino a llamarse Guerra Civil. El día que recibió la noticia de que el bando sublevado había acabado con su primogénito, Nemesia volvió a abrir, como cada tarde, el merendero, y aquella noche sirvió sidra y tortillas de longanizas a los pocos que aún querían seguir festejando nada en aquellos malos años. Tenía 63 años y acababa de recibir el palo más duro de su vida, pero no por perder a un hijo se debe matar a otro, y por eso aquel día y todos los siguientes hasta que murió abrió el Venecia Park.
Nemesia Muñiz, alma mater de Casa Nemesia, del Petit Hotel Venecia, del Venecia Park y del Parque Venecia (nombre que recibió su establecimiento tras la guerra, al ser prohibidos los extranjerismos), murió en su casa de Veriña el 6 de septiembre de 1946. El Venecia se quedó huérfano y, sin la firme mano de su madre, comenzó una larga agonía de veinte años. No encontramos anuncios del Parque Venecia a partir de 1962. Todos los gijoneses de mi generación, si es que lo han conocido, recuerdan al Venecia como un edificio en ruinas del que año tras año iba quedando menos. Cien años después, el que un día conoció alegres melodías, bullicio y amores imposibles y secretos entre sus paredes era ya sólo una escalera de caracol hecha pedazos y cuatro muros que aún permanecían, orgullosos al paso del tiempo y las inclemencias, en pie.
Hace apenas dos años, las ruinas del Venecia fueron derribadas y, con ellas, más de un siglo de historia viva de Gijón. Un enigmática frase escrita en graffiti acompañó al anciano merendero en sus últimas horas, como triste metáfora de los achaques del tiempo y de la desidia de la modernidad frente a un pasado que siempre infravaloramos. Quien sabe si, desde las vías de la FEVE, mientras la máquina excavadora tiraba aquellas piedras ya inútiles, el fantasma de Nemesia Muñiz derramaba, por primera vez en su vida y en su muerte, una lágrima de impotencia.
Muchas gracias por esta publicación tan conmovedora e ilustrativa del pasado de este conocido lugar, aunque debo decir que para mí resulta novedoso lo que he leido en este artículo. Cuando iba fue allá por los años sesenta, al final de su andadura, se notaba un pasado glorioso, nostálgico. Leyendo este artículo me aclara muchas cosas.
Me llamo Marta soy asturiana pero vivo en Alicante, no pude mas que llorar cuando leí este articulo,mi madre América de 77 años , y mi padre Alfonso ya fallecido me hanbian hablado mucho del parque Venecia ,como ellos lo llamaban,de su esplendor y lo recuerdos que les traía así como lo guapo que era , mi madre vivía en Poago y siempre decía que el merendero que era como un paisaje de cuento,algo increíble conforme yo lo conocí.Siempre era lugar de paso para nosotros cuando era pequeña ya que íbamos por el verano a la playa de Antromero .
Yo ya lo conocí en ruinas pero me llamaba mucho la atención creo que entre otras cosas por lo que ellos me habían contado; así como por lo que se vislumbraba había sido en su tiempo , es muy emotivo y aunque lo conocí en ruinas, me trae muy buenos recuerdos de una infancia muy feliz y la añoranza de la niñez. Muchas gracias.
soy sobrino de olegario junquera hijo de su hermano luis escribo porque vi el nombre de mi tio en un listado de represaliados victimas de la guerra civil. si bien mi tio era miembro del partido socialista y fue pagador de las tropas republicanas cuyos propios compañeros asesinaron para robarle el dinero de las pagas poco antes de entrar las tropas nacionales en asturias,
Hola a todos,
Acabo de descubrir esta página en el parque «Venecia» en Verina. Estoy muy emocionado Mi abuelo, a quien no conocía, fue a Vérina, mi padre nació allí. Mi abuelo se llamaba Dalmacio PEREZ DIAZ, era el maestro del pueblo de Vérina en 1914 1920. Su esposa era Adela (o Adelina) Martínez Ramos. Tenían 6 hijos. Mi padre se llamaba Ricardo.¿Quizás una persona podría tener recuerdos, fotos en la escuela de Verina, en lo maestro del pueblo? Dalmacio recibió un disparo, pero no sé nada de él. Fue presidente de la Sociedad de Cultura e Higiene en 1914-1915, se encuentra en el origen del parque infantil de La Calzada. Aquí, tiro una botella «en internet» con la esperanza de que alguien pueda darme un poco de información. Mil gracias.
Hola Joel
Soy tu prima Adelina. Encontré hace poco una sentencia sobre la plaza de maestro de Veriña, su abogado fue Melquiades Álvarez. Te la enviaré desde este mail una vez que sepa el tuyo. Un abrazo
Buenos días. No se si por la edad o por otros motivos, me acuerdo perfectamente de ese sitio, al que íbamos infinidad de veces con mis padres, tíos, primos, etc…. Y lo que más me llamaba la atención, era que unas cuantas veces, bastantes, el merendero estaba inundado y no se podía ni entrar. Con la edad que yo tenía en aquellos años, no me acuerdo de quien estaba al frente del negocio, pero mi experiencia tuvo que ser antes de que cerraran (según se dice fue en 1966) y aún era yo muy pequeño. Otro detalle, era la gasolinera de Veriña, a la había que subir una rampa para entrar en ella. Debido a las inundaciones frecuentes, la carretera se iba elevando progresivamente. Y es el día de hoy en que hay que bajar para entrar a los surtidores. No recuerdo más, salvo muchas tarde de bastante calor y un olor muy característico que seguro provenía del río.
Buenos días. No se si por la edad o por otros motivos, me acuerdo perfectamente de ese sitio, al que íbamos infinidad de veces con mis padres, tíos, primos, etc…. Y lo que más me llamaba la atención, era que unas cuantas veces, bastantes, el merendero estaba inundado y no se podía ni entrar. Con la edad que yo tenía en aquellos años, no me acuerdo de quien estaba al frente del negocio, pero mi experiencia tuvo que ser antes de que cerraran (según se dice fue en 1966) y aún era yo muy pequeño. Otro detalle, era la gasolinera de Veriña, a la había que subir una rampa para entrar en ella. Debido a las inundaciones frecuentes, la carretera se iba elevando por los continuos asfaltados. Y es el día de hoy en que hay que bajar para entrar a los surtidores. No recuerdo más, salvo muchas tarde de bastante calor y un olor muy característico que seguro provenía del río.
Soy Julio Junquera Fernandez, hijo de Nemesio Junquera González y nieto de Olegario Junquera. Mis recuerdos de niño del Parque Venecia son muy malos y de la Nemesia peores aunque yo no la conocí pero si por boca de los historias que me contó mi madre y la mujer de Olegario que fue mi abuela Ludivina González, viuda de mi abuelo Olegario con cinco hijos con escasa ayuda de La Nemesia y mucho menos a sus hijos, explotados en el Parque Venecia.
Después de la muerte de Nemesia, sus cuatro hijos vivos terminaron con el negocio, yo lo conocí en decadencia aunque si conocí la estación, los salones interiores, el espacio de baile en los jardines junto al río, incluso recuerdo algún cisne blanco, era un espacio estupendo.
Aquello terminó explotado por un hermano de mi abuelo, no recuerdo su nombre, puede ser Fausto, como bar donde si recuerdo un billar americano y según me han contado como picadero.
De la herencia de lo que fue aquel imperio, los hermanos de mi abuelo Olegario se encargaron de manipularlo todo y aprovecharse de la herencia de mi abuelo ya que su viuda y sus hijos nunca percibieron nada.
Yo ya con conciencia de la historia y si quería preocupar a mí abuela Ludivina le decía que iría con una lata de gasolina y prendería fuego a lo que quedaba del Parque Venecia en desagravio, por lo que tuvo que pasar mi abuela y sus hijos, la verdad es que me quedé con muchas ganas.
Toda la familia de mi padre vivían en Veriña y ya acudía muchas veces a visitarlos así como a mí bisabuela María La Peñona, murió con 103 años entonces la más vieja de Asturias, yo vivía en Avilés.
Mi abuelo Olegario no se sabe muy bien donde murió, parece ser que en Santander.
Partes interesadas necesitaron aportar una Partida de defunción y por lo visto consta que fue fusilado en la playa de Santander, en los papeles de la guerra de Salamanca no figura nada al respecto, así que la historia que le han contado a Luis Junquera del asesinato efectuado por los compañeros, lo pongo en duda, nunca lo escuché de su viuda ni del resto de familiares.
Todo resumido, mucha pena y otro caso más de guerra y posguerra civil de de acurrieron muchas injusticias, yo no me quiero olvidar ni tampoco quiero santificar a La Nemesia, una vez leído el reportaje que he encontrado por casualidad.