Diario de viaje, 3. Federico Nata
|Se llamaba, literalmente, «Federico Nata líquida», sufría una deformación facial solamente ocultable bajo una densa barba, se volvió sordo queriendo ser músico y murió solo, loco y abandonado por los suyos. Cuesta imaginar que de tan miserable vida surgieran algunas de las piezas de música más hermosas de la Europa del siglo XIX, pero así fue. Bedřich Smetana (1824-1884) es el compositor clave de la música clásica checa y su obra, en mi opinion, de las mejores de su época. Porque cuando uno navega por el río Vltava tal pareciera que sus aguas tocasen la melodía que Smetana, ya prácticamente sordo, tan sólo pudo oír dentro de su imaginación.
Al igual que Smetana se volvió loco -la causa de la chifladura es controvertida: se ha especulado con que pudiera ser debido a la sífilis; pero estudios recientes lo discuten-, los aguerridos estudiantes de la LŠSS comenzamos a enajenarnos a causa de los siete casos, siete, del idioma checo. Hoy, el acusativo: las palabras «bratr» (masculina, «hermano«) y «sestra» (femenina, «hermana«) han ocupado el 90% del hemisferio izquierdo de mi maltrecho cerebro durante el día de hoy. Si queremos decir que tenemos uno o dos hermanos o hermanas, deberemos cambiar la terminación de estas palabras y añadir una a (masculino singular), una u (femenino singular) o una y (plural) al final:
– Para el singular: Mám jednoho bratra / Mám jedna sestru– Para el plural: Mám dva bratry / Mám dvě sestry
Bien, entendido. La cuestión es que los niños siempre llegan a joder la marrana alegrarnos la vida, y si queremos decir que tenemos uno o dos niños, pues las palabrejas (děti, niño; dítě, niños) no cambia:
– Mám jedno děti– Mám dvě dítě
La razón es tan sencilla como que děti y dítě son palabras del género neutro (eso que se ahorran los checos en manuales de lenguaje no sexista). Hasta aquí no parece gran cosa, pero aun faltan seis casos más, aprender a conjugar y salvar el culo en el intento. A veces pienso que Tonie y Franzl ya podían haber nacido en Colloto, por poner un ejemplo, y no generarían tantos quebraderos de cabeza. Pero, ¿qué es la vida sin quebraderos de cabeza? Sin darle de vez en cuando un buen centrifugado a los sesos, esta vida no merece la pena. Y si no, que se lo pregunten a Bedřich Smetana.
