Los gijoneses de mi generación recuerdan vívidamente al Chaquetu -rebautizado como el Mercrominu-, los de la anterior, a Rambal, los que son algo más mayores, a la Perala.
A Prudencio Merino, de niño, lo llamaba siempre su madre Polenchu y lo hacía desde la ventana, a la hora del almuerzo, mientras Prudencio se embelesaba mirando a
Aquel agosto del 1912 -han corrido ya largos, convulsos, a veces grises, cien años- fue muy similar a éste. Rabioso de calor y en ocasiones eléctrico: las tormentas
Querido Pablo: me acordé de tí hoy. Mejor dicho, muchos nos acordamos de tí hoy, cosas de las efemérides. Tu retrato invadió las pantallas de los ordenadores -por
Aquella anciana, que no era anciana pero de tan demacradito y tan poca cosa lo parecía, apenas si podía hacer algo más que lamentarse. No hablaba casi, porque
Con el paso de los años, la celebración de cualquier tipo de elecciones -en este caso, las asturianas tras el coitus interruptus casquista– ha ido progresando en mi
Llevaba mucho tiempo teniendo Nada en mi lista de asignaturas pendientes, lo cual era curioso, porque la historia de Carmen Laforet, por otro lado, siempre me fascinó: la
Los verdugos son hombres de cartón, secos y carcomidos por la culpa que todo el mundo les adjudica y no tienen; chivos expiatorios de una sociedad que, mientras