Las repartidoras del Bescansa

 

Modernas y potentes máquinas trabajan diariamente produciendo millones de comprimidos del

Laxante Bescansa

Los resultados incomparables de esta fórmula ultra-moderna en los casos de estreñimiento pertinaz, justifican su preferencia.

Las malas digestiones, vértigos, inapetencia y trastornos nerviosos que tienen por causa el mal funcionamiento del intestino, desaparecen al regularizar su función con el LAXANTE BESCANSA.

El laxante Bescansa, lejos de producir hábito, suprime en poco tiempo su uso normalizando el vientre.

PREPARACIÓN ESPECIAL DEL LABORATORIO R. BESCANSA, SANTIAGO DE COMPOSTELA.

En farmacias. Ptas, 2,10.

Ellas querían ser estrellas y salir en las revistas, triunfar como nunca nadie antes en sus familias había triunfado, salir en la fotografía. Se empalidecían la piel con cera virgen Aseptina, se empolvaban la cara con polvos Tokalón (los únicos con espuma de crema) y eran madrinas de guerra de solitarios soldaditos que, desde su acuartelamiento, requerían de compañía femenina, cuatro palabras y sensual foto, con la que soñar cada noche. Ellas querían ser estrellas y se ondeaban el pelo al agua y se perfilaban los labios de un rojo pasional y, cuando las fotografiaban, miraban lánguidas al techo con expresión de niñas buenas. Eran los felices (¿o no tan felices? años 20, eran las revistas gráficas que cubrían las frivolidades, y a ellas las había parido un jovencísimo siglo XX y venían a comerse el mundo. Cualquier oportunidad era buena si de triunfar se trataba.

 

Y entonces vino un publicista imaginativo -vaya con la imaginación, hija del alma- las subió a globos y a avionetas, las arremangó de la atalaya del Tibidabo y las sacó a las calles, enfrascadas dentro de falsos trajes de enfermera de un blanco nuclear, les puso una bolsa bajo el brazo y les encargó algunos miles de muñecas a su imagen y semejanza. Fueron, aquellas muchachas que querían ser estrellas, las repartidoras del fabuloso y ultra-moderno laxante Bescansa, adalid de todos los laxantes de España, que normalizaba vientre, intestino y nervios. Y por todo el país corrió su imagen orgullosa. Pepita Pérez, que repartió por las calles de Barcelona 40.000 muestras del modernísimo laxante Bescansa, Leonor Martínez, Pilar, Carmen, María, cientos de repartidoras sin nombre ni historia que quedaron para siempre inmortalizadas en las páginas de las revistas.

Hoy, ochenta años después, nadie ha vuelto a repartir Bescansa por las calles. Y una, de vez en cuando, piensa que no vendría del todo mal que volvieran aquellas diligentes muchachas a, con sonrisa brillante y agua de colonia bajo los pendientitos de perla falsa, estabilizarles a algunos, y algunas, los muchos casos de estreñimiento pertinaz que se siguen sufriendo en masa en este bendito, santo país.

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